En
estudios longitudinales llevados a cabo en población general, se ha
observado una modesta asociación entre depresión y consumo importante de
cannabis, que desaparece cuando los consumos de cannabis son poco
frecuentes. Así mismo parece haber una pequeña asociación entre inicio
temprano, consumo regular de cannabis y aparición posterior de
depresión. A la inversa, hay escasa evidencia de que los sujetos con
depresión presenten un riesgo elevado de consumir cannabis
posteriormente. Con los datos actuales no se puede descartar que la
asociación entre cannabis y depresión sea debida a factores sociales,
familiares y ambientales comunes que aumentan el riesgo tanto del
consumo importante de cannabis como de la depresión [Degenhardt et al.,
2003a]. En algunos estudios se ha descrito más falta de interés
(anhedonia), ideación suicida e intentos de suicidio entre los
consumidores de cannabis [Beautris et al., 1999; Bovasso et al., 2001;
Patton et al., 2002].
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