Artículo priginal en: http://www.extremaduraaldia.com/reportajes/esquizofrenia-una-enfermedad-falsamente-estigmatizada/79449.html
Alicia Mendo /16 may 2009
En España existen unas 400.000 personas que padecen o podrían padecer esquizofrenia, esa enfermedad desconocida, y en mayor parte temida a causa de este desconocimiento. Este alto número se amplía al tener en cuenta a las personas que los rodean, como los familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo e incluso profesionales de la medicina. Por tanto, la responsabilidad de que se produzca un cambio social en la discriminación hacia esta enfermedad es colectiva. Para conocer mejor esta enfermedad hay que saber de donde viene. La palabra "esquizofrenia" significa mente dividida, "mente escindida", y pone un mayor énfasis en la fragmentación de la personalidad que en la evolución. La historia de esta enfermedad puede resultar confusa ya que es difícil encontrar en los libros de psiquiatría los inicios exactos de la misma. Sin embargo, la esquizofrenia ha sido estudiada a través del tiempo por un gran número de profesionales como médicos, psicólogos y filósofos, sin dejar atrás al mundo de la Iglesia y del Arte. Es necesario saber que antiguamente, a las enfermedades graves se les atribuían como causa, la influencia de demonios malévolos. Para sanarlas, utilizaban métodos que en el día de hoy consideraríamos risorios para estas enfermedades, como eran los conjuros, las danzas y los efectos mágicos, los talismanes y otras muchas medidas. Si consideraban que el demonio estaba dentro del cuerpo, realizaban acciones para convertirlo en inhabitable, como eran por ejemplo, los apaleamientos, las torturas e incluso la muerte por hambre del paciente. También realizaban pociones y se las proporcionaban al paciente, para provocar un vómito violento, y en el peor de los casos, hacían que las expulsasen a través de un agujero que les realizaban en el cráneo.
CUANDO EL REMEDIO FUE PEOR QUE LA ENFERMEDAD
Hasta hace no mucho tiempo, hablar ya no de esquizofrenia, sino de enfermedad mental o de "locura" era bastante simple y el hospital psiquiátrico o manicomio era la única respuesta a los problemas de salud mental. Por lo que las perspectivas de futuro que le esperaban a una persona con algún problema psiquiátrico eran bastantes sombrías y en su mayoría de los casos, se reducía a tener que pasar el resto de la vida en una institución psiquiátrica. Los antiguos manicomios tenían características que no favorecían en nada los procesos de mejoría de las personas ingresadas. El aislamiento, la ausencia de tratamientos adecuados, la falta de intimidad, el hacinamiento, los malos tratos, la vulneración de los derechos individuales, la falta de libertad, la anulación de la persona y de sus proyectos vitales, y la marginación eran, entre otras muchas, las características fácilmente reconocibles en este tipo de instituciones. De esta manera, los antiguos hospitales psiquiátricos se constituyeron como espacios y tiempos excluyentes, marginadores, donde la principal función era apartar de la sociedad a las personas que tenían un trastorno, haciéndolo invisible para el resto de la sociedad. El arsenal terapéutico, tanto farmacológico como psicosocial, era en aquella época insuficiente y claramente ineficaz, para conseguir mejorías significativas en las personas afectadas por una enfermedad mental. Intervenciones que, con gran frecuencia, producían daños irreparables en las personas, y en el peor de los casos, su fallecimiento. Otros de los tipos de abordajes de la enfermedad, como los psicosociales, eran casi inexistentes, y los que se instauraron fueron motivados más por las buenas intenciones de los profesionales que intentaban hacer menos penosa la estancia de los ingresados en la institución, que con el objetivo de conseguir una mejoría de éstos. Esos eran tiempos en donde todo lo relacionado con la salud mental, la locura o la asistencia psiquiátrica se movían por el lado oscuro y marginal de los sistemas de protección social o sanitaria. Esto se debe a que en muchos casos, la asistencia psiquiátrica no estaba contemplada en lo sanitario y la atención al colectivo recaía en instituciones religiosas o caritativas, que fueron en muchas ocasiones, la única respuesta a los problemas de salud mental. Afortunadamente, en las últimas décadas la respuesta a los problemas de salud mental han cambiado bastante, gracias al reconocimiento de los derechos de los ciudadanos y civiles de los colectivos con discapacidad así como a la constatación de que la enfermedad mental no se reduce sólo a la presencia de síntomas, sino que se manifiesta también en dimensiones psicosociales relacionadas con a discapacidad y las dificultades para mantener un funcionamiento adecuado e integrado en la sociedad. Otros de los motivos de que se haya producido esta "reforma psiquiátrica" han sido que se haya producido avances en los tratamientos farmacológicos y en la implantación de nuevos abordajes psicosociales provenientes de disciplinas como la psicología o la sociología; el nuevo modelo de entender la enfermedad mental que traslada la visión desde lo incurable a lo curable, desde la cronicidad hasta la recuperación, desde lo biológico a lo bio-psico-social; la extensión de la filosofía de la normalización al colectivo de las personas con enfermedad mental por el que se reconoce que estas personas tiene el mismo derecho a integrarse en la comunidad en los espacios normalizados existentes para cualquier ciudadano; y los movimientos asociativos de profesionales, familiares y usuarios que han presionado de forma activa para que la atención a los problemas de salud mental fuese comunitaria, de calidad e integrada, en los sistemas sanitarios y sociales, porque la enfermedad mental debería tener la misma consideración social que cualquier otra enfermedad. Con todo ello, lo que era una atención "manicomial" se ha transformado en una atención comunitaria, que no sólo contempla los síntomas y las recaídas, sino también la calidad de vida, la autonomía y la integración social de las personas con una enfermedad mental.
VUELTA A LA SOCIEDAD
Según ha explicado la psicóloga Ana Yáñez, las personas con esquizofrenia en un principio sí pueden hacer una vida normal en sociedad, siempre y cuando mantengan controlada la sintomatología de la enfermedad. Su inclusión en la sociedad también dependerá del tipo de esquizofrenia que la persona sufra y el grado de la enfermedad, ya que algunas personas pueden estar bastantes limitadas por el avance de la enfermedad, y sin embargo otros, con un menor grado, pueden mantener una vida normal. Las personas con esquizofrenia presentan déficits comunicativos como por ejemplo, el habla desorganizada y el uso de palabras cortas y monosílabas. Estos son algunos de los síntomas a través de los cuales se refleja la enfermedad. Con el tratamiento psicológico, se intenta potenciar las habilidades sociales, los problemas de memoria y de atención, entre otros, para ayudarle a mejorar los déficit que les produce la enfermedad. En la mayoría de los casos, con un buen tratamiento, la persona puede hacer una vida normal, formar una familia y tener un trabajo. El tratamiento psicológico potencia las áreas en las que la persona con esquizofrenia tiene déficits. De esta manera, se realizan técnicas para que la persona pueda comunicarse con normalidad o, por ejemplo, para potenciar la concentración, se realizan ejercicios de atención a un estímulo durante un periodo de tiempo. El psiquiatra, a través de la medicación, ayuda a la persona con esquizofrenia a paliar los síntomas y a que disminuya la posibilidad de aparición de brotes psicóticos. Así, entre la medicación y la terapia, con un tratamiento multidisciplinar, se puede ayudar a la persona a tener una vida normal en sociedad.
QUÉ ES LA ESQUIZOFRENIA
La esquizofrenia es una enfermedad mental devastadora cuyas causas todavía se desconocen. Aunque el término significa "mente dividida", en contra de lo que se suele pensar, no se trata de una división en dos partes que puede sugerir una "doble personalidad", sino de una división entre la realidad y el paciente, que cada vez se halla más alejado de lo real, y más encerrado en su mundo de delirios y fantasías. Esta separación de la realidad ha conllevado a que la enfermedad se considere una psicosis y por tanto, a los enfermos que la padecen, psicóticos. La esquizofrenia es un desorden cerebral que deteriora la capacidad de las personas para pensar, dominar sus emociones, tomar decisiones y relacionarse con los demás. Es una enfermedad crónica, compleja, que al igual que ocurre con la epilepsia, la diabetes o muchas otras dolencias de larga evolución, no afecta por igual a todos los pacientes, un dato muy importante. Concretando, en tres de cada cuatro casos se detectan los primeros síntomas entre los 16 y los 25 años de edad, afectando con la misma frecuencia a hombres que a mujeres de cualquier país y cultura. Normalmente afecta más gravemente a la persona cuanto más joven es. Ésta es la razón por la que las formas infantiles, poco frecuentes, tienen mal pronóstico. En las mujeres suele empezar algunos años más tarde que en los hombres, motivo por el que la evolución en ellas suele ser más benigna. Asimismo, se puede decir que, cuanto más tardío y brusco es el inicio de la enfermedad y cuanto más normal es el carácter previo del paciente, mejor pronóstico tendrá la enfermedad, mientras que, por el contrario, cuanto más temprano y lento sea, y más retraída y "rara" su forma de ser, peor será el pronóstico. Para hablar de las posibles causas de la esquizofrenia, hay que aclarar que es la enfermedad que, junto al SIDA y al cáncer, más recursos intervienen para investigar sus causas, sin embargo, los científicos aún desconocen cual es la verdadera razón de la misma. De este modo, entre los factores que originan su aparición se encuentra las alteraciones en la química del cerebro, ya que se ha descubierto un desequilibrio en unas sustancias - los neurotransmisores- que son las que permiten a las neuronas comunicarse correctamente entre sí. Otros factores que pueden ser los responsables son las alteraciones en la forma y el funcionamiento del cerebro, la predisposición genética, las infecciones por virus de la madre que pueden provocar lesiones en el feto, y complicaciones en el parto.
SÍNTOMAS
Por otro lado, la esquizofrenia es una enfermedad que presenta muchos y variados síntomas, pero ninguno es específico de ella, sino que pueden encontrarse también en otras enfermedades mentales. Esto es motivo de que en ocasiones resulte difícil diagnosticar a un paciente esquizofrénico aunque los síntomas hagan sospechar de esta enfermedad. En la esquizofrenia los síntomas se clasifican en positivos y negativos. Estos calificativos no tienen nada que ver con el hecho de que sean buenos o malos. Los síntomas positivos consisten en aquellas cosas que el paciente hace o experimenta y que las personas sanas no suelen presentar, como los delirios, las alucinaciones y las conductas extravagantes. Por el contrario, los síntomas negativos son aquellas cosas que el paciente deja de hacer y que los individuos sanos suelen realizar cotidianamente, como pensar con fluidez y con lógica, experimentar sentimientos hacia las personas y las cosas, tener voluntad de levantarse cada día, o emprender las tareas encomendadas, entre otras. Estos síntomas pueden variar a lo largo de la enfermedad, pudiendo predominar unos al comienzo y otros al cabo de unos años del inicio del trastorno. El que predominen unos u otros es lo que determina que a una esquizofrenia se la clasifique de un tipo u otro. Así, la esquizofrenia paranoide es aquella en la que predominan los síntomas positivos, y la hebefrénica simple, es cuando predominan los negativos. El trastorno del pensamiento es uno de los síntomas más habituales en la esquizofrenia. El pensamiento de la persona pierde fluidez y coherencia, y le resulta casi imposible concentrarse o utilizar su mente para operaciones sencillas. Esto se hace manifiesto porque dice cosas que para las demás personas no tienen sentido. Los delirios o falsas creencias también acompañan a esta enfermedad mental, de modo que la persona cree ciegamente en ideas que son falsas y que persisten a pesar de intentar explicárselo. Este es, por ejemplo, el caso de creerse perseguido por alguien o creer que los demás hablan de él, que lo miran... Es lo que en el lenguaje popular se ha definido como paranoia. Las personas con esquizofrenia perciben sonidos, cosas o sensaciones, que en realidad no existen, como por ejemplo, oyen voces, que en ocasiones les insultan o le dan voces, o ven objetos inexistentes, entre otros. Muchas veces estas personas niegan la enfermedad y este es uno de los síntomas que más daño hacen al enfermo y a la familia. También tienden al aislamiento, se encierran en sí mismos y en su mundo interior, rompiendo con el exterior y abandonando todos sus contactos de antaño. Las alteraciones del sentido de sí mismo o los cambios de las emociones de manera repentina y sin motivo son otros de los síntomas de estas personas, que también suelen encontrarse absolutamente desmotivados para hacer cosas, aunque sean sencillas, y pierden de manera progresiva el autocuidado, la limpieza y el orden. La depresión y la angustia de que algo grave le está ocurriendo y que no puede evitarlo, sobre todo al comienzo de la enfermedad, es otro de los síntomas. Todos estos síntomas no tienen porque darse de manera conjunta en una persona con esquizofrenia, ni con la misma intensidad, pero la aparición de los mismos, rompe bruscamente la vida del paciente y hasta que comienza el tratamiento, le impide llevar una vida como la que llevaba antes.
TIPOS
No todas las esquizofrenias son las mismas y no todas evolucionan igual. La esquizofrenia paranoide es la más común. Como su nombre indica, se caracteriza por un predominio de los delirios sobre el resto de los síntomas, en particular, los delirios relativos a persecución o supuesto daño de otras personas o instituciones hacia la persona con esquizofrenia. Por este motivo, el enfermo está suspicaz e irritable y por tanto, elude la compañía, mira de reojo y con frecuencia no come. El tipo de esquizofrenia menos frecuente es la hebefrénica, en la que la característica predominante son los estados de ánimo. De esta manera, los pacientes se ríen sin motivo y de forma poco expresiva, se quejan de problemas extraordinarios y poco concretos y "siempre tienen razón" si se les lleva la contraria. Además, realizan gestos amanerados y utilizan frases repetitivas, y se quedan sin fuerza para hacer nada por su propia voluntad, tendiendo a la apatía. Esta forma es mucho más grave que la paranoide, con peor respuesta a la medicación y con una evolución más lenta y negativa. Por último, la forma más "rara" es la esquizofrenia catatónica, que se caracteriza por alteraciones motoras, ya sea inmovilidad persistente y sin motivo aparente o una agitación. Estos casos son cada vez menos frecuentes en la cultura occidental, aunque existen casos en países menos desarrollados, con niveles culturales bajos. El síntoma típico de tipo de esquizofrenia es la obediencia automática a cualquier orden que le den. No obstante, cuando los casos no reúnen las condiciones de ninguna de las tres formas anteriores, se le denomina esquizofrenia indiferenciada. Además, en un enfermo pueden darse características de las tres formas descritas.
REGLA DE LOS TERCIOS
La evolución de la esquizofrenia es compleja, porque no se da la misma manera la enfermedad en una persona u otra. Aunque no es rigurosamente cierto, desde hace años se habla de la regla de los tercios según la cual, un tercio de los pacientes sólo tendrán un brote en su vida, otro tercio pasará por varios brotes, y el último tercio persistirá con la enfermedad activa de manera constante, aunque con altibajos, y a veces, a pesar de las medicaciones. También se dice que, cuanto más grave e intenso es el brote, más daño le hace a la persona y más mermado le deja, de manera que una persona con un solo episodio esquizofrénico puede quedar más incapacitado que otro con varios. Según las cifras, entre los médicos parece haber un consenso por el cual un 25 por ciento de las personas con esquizofrenia, tras uno o varios brotes, quedan muy restablecidos y pueden afrontar los retos de la vida diaria con satisfacción; otro 25 por ciento queda tan mermado que precisa de forma constante ayuda profesional extrafamiliar, y el resto, un 50 por ciento, evoluciona de manera inconstante con necesidades irregulares de asistencia profesional, pero en su mayoría, con dificultades generales para llevar adelante un proyecto serio de vida. En este 50 por ciento, la familia es básica. La evolución de una persona con esquizofrenia es impredecible y poco homogénea, y depende, en gran medida, de las condiciones sociofamiliares y culturales. Así, por ejemplo, las personas con esquizofrenia que viven en grandes ciudades tienden a evolucionar peor y necesitan más internamiento en centros sanitarios, que las que viven en ambientes rurales. La esquizofrenia evolucionará mejor cuanto más apoyo tenga la persona con esta enfermedad, y más rápidamente se instaure el tratamiento farmacológico acertado y se administre de manera constante. También es importante que se evite la situaciones de riesgo, como son el alcohol, las drogas o el estrés, y que tenga un gran apoyo, comprensión y cariño, de sus familiares y amigos.
Información extraída de:"La esquizofrenia: de la incertidumbre a la esperanza", de la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Enfermos Mentales (FEAFES)Gabinete de Psicología "Ana Yáñez Otero" Prólogo del psicólogo y director del Centro de Rehabilitación Psicosocial de Alcalá de Henares, para el Proyecto Chamberlin.